La generación eléctrica depende en gran medida de los recursos hídricos, clave para las plantas hidroeléctricas y termoeléctricas. Las sequías actuales y la posibilidad de más años secos representan un riesgo
importante para el sector, ya que la reducción en ríos y embalses puede limitar la producción, generando escasez, alzas de precios e incluso cortes de energía. Además, durante la temporada seca aumenta la demanda de agua y electricidad, lo que eleva la presión sobre el sistema, mientras que la época de lluvias también puede presentar dificultades operativas que afectan la continuidad del servicio.
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Estas situaciones serán cada vez más frecuentes debido al cambio climático. Por su situación geográfica, los países de Centroamérica están más expuestos a huracanes, inundaciones y sequías. Los fenómenos climáticos conocidos como El Niño y La Niña no han hecho más que empeorar la situación de la región, donde la producción de energía es aún muy dependiente de fuentes hidroeléctricas. Costa Rica es uno de los países más avanzados a nivel mundial en lo que a energías renovables se refiere.
En 2023, el país operó con un 91.29 por ciento de electricidad proveniente de fuentes renovables, de acuerdo con lo expuesto durante el foro “Mercados eléctricos y la transición verde en Centroamérica”, organizado en agosto del 2024 por Diálogo Interamericano. La mayor parte de esa energía, un 67%, se produce en centrales hidroeléctricas y en años de sequía eso se convierte en un problema de abastecimiento. Los apagones están ocurriendo con mayor frecuencia y gravedad en distintas partes del mundo, reflejando la creciente vulnerabilidad de los sistemas eléctricos ante condiciones extremas. Uno de los más recientes tuvo lugar el 28 de abril de 2025 y aún se encuentra bajo investigación. Alrededor de las 12:33 hora local, una falla en el sistema provocó un apagón masivo que afectó a España, Portugal, Andorra y algunas zonas de Francia e Italia.
Otro caso emblemático fue el apagón de 2012 en la India, considerado uno de los más grandes de la historia, cuando tres de los cinco sistemas de red del país colapsaron debido a que la demanda superó ampliamente la capacidad disponible, dejando sin electricidad a más de 670 millones de personas. El calor extremo llevó a que los habitantes encendieran sus aires acondicionados, interrumpiendo los suministros de servicios públicos en 20 de los 28 estados del país. Esto obliga a los propietarios de viviendas, a las empresas y a los electricistas que les atienden a tomar medidas para implementar sistemas de energía de respaldo para proteger dispositivos, equipos y sistemas críticos.
Estas tecnologías desempeñan un papel clave en la seguridad del sistema eléctrico, ya que permiten garantizar el suministro energético frente a la variabilidad propia de fuentes renovables como la solar y la eólica. Además, son fundamentales para responder eficazmente a picos de demanda instantánea, asegurando la estabilidad y continuidad del servicio. Un apagón repentino puede desconectar equipos críticos, afectar las aplicaciones domésticas inteligentes y detener el sistema de punto de venta (POS) en las empresas. Además, es común que se presenten caídas de tensión frecuentes, especialmente en sistemas eléctricos sobrecargados o con infraestructuras envejecidas.
Estas fluctuaciones pueden generar daños en los equipos y dispositivos conectados a la red. En estos casos, un sistema de alimentación ininterrumpida (SAI) puede mantener los hogares y las empresas en funcionamiento, incluso cuando se corta la energía. La protección con un SAI es aún más crítica para las pequeñas empresas, porque el freno que imponen las interrupciones energéticas se traduce en clientes insatisfechos y pérdida de ingresos. Los SAI brindan protección de energía de respaldo y protección contra sobre tensiones, e incorporan una batería que puede alimentar dispositivos electrónicos y electrodomésticos durante un apagón o una caída de tensión.
Internal
Cuando no está en uso, la batería se recarga constantemente, por lo que estará lista para funcionar cuando sea necesario y se activará instantáneamente tan pronto como se interrumpa el suministro, incluso durante una fluctuación menor, para que los datos estén protegidos y el equipo conectado no sufra ningún daño.
Además, digitalizar el sistema de distribución de energía eléctrica ayuda a tener una mayor visibilidad acerca de cómo funciona la red de energía y contar con información inmediata permite decidir cómo solucionar los problemas de calidad de energía cuanto antes. De esta forma se minimizan los riesgos que podrían afectar las operaciones de una empresa y la duración de los equipos críticos. “Para avanzar en la digitalización y simplificación de los sistemas de distribución de energía, la arquitectura EcoStruxture Power, habilitada para IoT (Internet de las Cosas), ofrece una solución abierta e interoperable que
integra productos conectados, control en el perímetro, aplicaciones, análisis y servicios.
Esta plataforma permite una gestión energética más eficiente, confiable y sostenible. Al proporcionar datos útiles en tiempo real, contribuye a proteger a las personas, cuidar los activos y asegurar la continuidad operativa de los negocios.”, explica Lady Campos, gerente de Desarrollo de Negocios para Centroamérica. “Además, permite pasar de una cultura de la ciberseguridad a una estrategia integral de riesgos digitales, y esto es crítico porque ahora el peligro de ser víctima de los delitos digitales ya no solo se da entre objetos conectados sino entre empresas digitales, con lo cual es vital contar con una estrategia end to end contra los ciberataques”, puntualiza.
ExoStruxure ofrece sistemas inteligentes de distribución de energía que integran software de gestión energética para rastrear y analizar con precisión el uso de energía eléctrica en busca de alcanzar objetivos de sostenibilidad. El crecimiento de la capacidad mundial para generar electricidad a partir de paneles solares, turbinas eólicas y otras tecnologías renovables está en camino de acelerarse en los próximos años. El 95 % del aumento de la capacidad de producción energética para el año 2026 estará vinculado a las energías renovables.